Kabul ha cambiado de rostro. Cuatro días después de la toma de poder por los talibanes, los carteles y fotos de mujeres que en la capital afgana adornaban las vitrinas son borradas o vandalizadas por hombres que intentan cubrir la imagen de la mujer.
El movimiento islamista radical, tras una expeditiva campaña militar, controla totalmente el país y ha tomado desde el domingo la capital de Afganistán.
Este cambio de régimen generó una ola de pánico en el país, donde se recuerda el precedente régimen talibán, entre 1996 y 2001, marcado por violaciones de los derechos humanos. Las mujeres durante esos años fueron completamente marginadas.Default Mono Sans Mono Serif Sans Serif Comic Fancy Small CapsDefault X-Small Small Medium Large X-Large XX-LargeDefault Outline Dark Outline Light Outline Dark Bold Outline Light Bold Shadow Dark Shadow Light Shadow Dark Bold Shadow Light BoldDefault Black Silver Gray White Maroon Red Purple Fuchsia Green Lime Olive Yellow Navy Blue Teal Aqua OrangeDefault 100% 75% 50% 25% 0%Default Black Silver Gray White Maroon Red Purple Fuchsia Green Lime Olive Yellow Navy Blue Teal Aqua OrangeDefault 100% 75% 50% 25% 0%
En las dos décadas de presencia desde 2001 de la coalición internacional liderada por Estados Unidos, los antes prohibidos salones de belleza han proliferado en todo Kabul.
Se crearon entonces servicios de manicura o maquillaje para mujeres que habían crecido obligadas a cubrir casi cada centímetro cuadrado de su cuerpo, bajo el régimen talibán.
Pero cuando el domingo los talibanes entraron en Kabul, al menos uno de esos salones empezó a borrar las imágenes de sonrientes mujeres vestidas con trajes de novia, que aparecían como publicidad en sus escaparates.
Otro salón de belleza que tuvo que cerrar, estaba cubierto el martes con pintura negra. Un talibán patrullaba frente al salón, con su fusil al hombro.
“No quieren que trabajen las mujeres”
Durante su gobierno (1996-2001), los talibanes prohibieron a las niñas asistir a la escuela, impidieron a las mujeres trabajar o salir solas sin un acompañante, y castigaron con la lapidación o latigazos a las acusadas de adulterio.
La rigurosa interpretación de la sharia (ley islámica) los condujo a establecer una policía religiosa para suprimir los “vicios”.
Ahora, los talibanes, deseosos de dar una imagen de moderación y cambio, se han comprometido a “dejar trabajar a las mujeres” pero “respetando los principios del islam”, sin más precisiones.
Un portavoz, Suhail Shaheen, afirmó que la burqa ya no sería obligatoria, y que las mujeres podrían estudiar en la universidad o las niñas asistir a la escuela.
Pero numerosos afganos y representantes de la comunidad internacional no han escondido su escepticismo ante tales promesas.
Durante la progresión militar de los talibanes, varios medios informaron que mujeres solteras o viudas fueron obligadas a casarse con combatientes. Estas informaciones fueron desmentidas por un portavoz talibán que las calificó de “propaganda”.