El gobierno de Mariano Rajoy dio señales de la gravedad y carácter extremo de las medidas que tiene sobre la mesa para tomar el control en caso de que la Generalitat catalana avance en la declaración de la independencia.
Desde la misma Moncloa, la sede del gobierno, se dejan trascender pistas del rigor de esas posibles medidas. Se sabe allí que la sola mención causa impacto en la sociedad catalana, que ve mucho más de cerca las consecuencias del vértigo de estos días.
En forma paralela al «rigor de la ley y de la Constitución» que promete para los promotores del independentismo, su partido apeló a una arriesgada movilización popular en Barcelona.
«Que vengan de todos lados para dejarnos el corazón por España», dijo el líder del Partido Popular (PP) en Cataluña, Xavier García Albiol. La convocatoria es para el domingo, un día antes del elegido por la Generalitat para anunciar la independencia.
Es un giro político. El mismo partido que censuró la movilización popular permanente a la que apela la Generalitat la reconoce ahora como «un ejercicio democrático para defender la dignidad y la democracia».
Pero lo que cuenta para garantizar «el rigor de la ley» son los recursos institucionales concretos para, llegado el caso, tomar el control de la autonomía catalana.
La herramienta más probable es la que contempla el artículo 155 de la Constitución. No es una intervención, pero se le aproxima: se trata de recuperar las instituciones de gobierno y de ejercicio del poder en rebeldía.
La norma tiene el déficit de no haber sido desarrollada nunca. En los 40 años de democracia no fue utilizada jamás y no hay ley que la regule.
Nadie sabe muy bien cómo aplicarla. Pero la coincidencia descarta una intervención de tipo militar o la declaración de estado de sitio. Sí, en cambio, requiere el control de las fuerzas de seguridad y, a través de ellas, del territorio.
Como medida de anticipación, el gobierno movilizó efectivos militares para trasladar logística y equipos de apoyo para abastecimiento de esas fuerzas de seguridad.
«No se trata de un movimiento de tropas», tuvo que aclarar el Ministerio de Defensa, ante las múltiples consultas que disparó el avance de una formación de camiones militares en el paisaje de Sant Boi de Llobregat, una comarca a sólo media hora de Barcelona.
Hasta ahora reticente, el cálculo del gobierno es que, en la medida en que pasen las horas y tome más forma el anuncio rupturista, el socialismo terminará sumándose sin reticencias.