Un mes después del inicio de su movimiento, los primeros «chalecos amarillos» convergían este sábado hacia los Campos Elíseos de París, en otra jornada de movilización nacional pese a las concesiones y los llamados a la calma del presidente francés, Emmanuel Macron.
En Facebook, principal canal de movilización del movimiento, los llamados a la manifestación en París y en otras ciudades franceses el sábado proliferaron en los últimos días, llegando a miles de personas.
«La última vez estábamos aquí por los impuestos, esta vez es más sobre las instituciones: queremos más democracia directa», indicó Jérémy, de 28 años, procedente de Rennes (oeste) junto a su familia «para protestar y hacerse oír» en la capital.
Poco antes, una treintena de personas fueron detenidas en la gran región parisina –17 de ellas cerca de París–, mucho menos que los 300 detenidos a la misma hora del sábado pasado, en el marco de controles preventivos.
En París, se ha organizado una concentración en la plaza de République, en el este de la ciudad. Una quincena de organizaciones de izquierda instaron a participar en la marcha.
Las autoridades temen que se vuelvan a producir disturbios, después de que la manifestación del pasado sábado se saldara con un número récord de arrestos (casi 2.000), más de 320 heridos y daños y enfrentamientos en varias ciudades, como París, Burdeos y Toulouse (suroeste). 136.000 personas salieron entonces a las calles de Francia.
Para hacer frente a ello, el prefecto de París anunció un dispositivo reforzado de 8.000 efectivos de las fuerzas de seguridad y 14 vehículos blindados en la capital. En todo el país se han desplegado 69.000 efectivos, contra 89.000 el sábado anterior.
«Esperamos una movilización un poco menor, aunque con individuos más determinados», declaró el secretario de Estado del Interior, Laurent Nuñez.
De nuevo, a primera hora se llevaron a cabo registros, principalmente en las carreteras, en las estaciones y en los transportes públicos en dirección París.
También se protegía el acceso a instituciones como el Palacio del Elíseo o la Asamblea Nacional, y multitud de tiendas de lujo permanecían cerradas, si bien los grandes almacenes abrieron sus puertas.
En la capital, los bancos han cubierto sus fachadas con vallas protectoras, pero los cafés abrieron este sábado, para intentar compensar las pérdidas económicas sufridas en los dos sábados anteriores.
En Burdeos (suroeste) se cerró el acceso a varios parques, bibliotecas y museos; mientras que en Aviñón se llevará a cabo una marcha blanca en memoria de un «chaleco amarillo» que murió atropellado en una rotonda el miércoles por la noche. Se trata del sexto deceso ocurrido al margen de los bloqueos y las manifestaciones del movimiento.
«Hoy, nuestro país necesita calma, necesita orden», declaró en Bruselas Emmanuel Macron.
«Aporté una respuesta» a las peticiones de los «chalecos amarillos», declaró el mandatario tras una cumbre europea. «El diálogo […] no se hace ocupando el espacio público y con violencia», agregó.
La suba de 100 euros mensuales en el salario mínimo o la anulación de un impuesto en las pensiones pequeñas no lograron convencer a los «chalecos amarillos». Tampoco los llamados «a la responsabilidad» después del atentado de Estrasburgo el pasado martes, que dejó cuatro muertos y atizó el miedo a nuevos ataques.