La víctima contó que los agentes denunciados la secuestraron y se quedaron con los documentos de su marido para garantizarse el cobro de la coima.
La víctima contó que los agentes denunciados la secuestraron y se quedaron con los documentos de su marido para garantizarse el cobro de la coima.
Se la llamará María. Argentina y empleada, está casada con un ciudadano dominicano que llegó al país hace un par de años y que aún no tiene la radicación definitiva, apenas una constancia migratoria. Los dos tienen miedo y por eso se resguardan sus nombres y varios datos. Es que son quienes, luego de asesorarse con gente idónea, decidieron denunciar cómo tres hombres secuestraron a la mujer, la esposaron y la subieron a un auto oscuro; cómo obligaron a su marido a pagar 30 mil pesos y le retuvieron sus papeles a cambio de cobrar el resto del soborno: 170 mil pesos. Les decían que les iban a armar una causa narco mientras les ponían ante sus narices un sobrecito con un polvo blanco.
Lo que no sabían María y su marido era que con su denuncia ante la Justicia iban a desnudar una trama oculta de corrupción policial en el seno de una de las DDI más importantes del Conurbano.
Fuentes con acceso al expediente que sacude a la Bonaerense, y que generó cruces políticos, contaron cómo se gestó el pago del soborno de 200 mil pesos en la estación de servicio ubicada a metros del Parque Avellaneda Shopping, donde ocurrió el tiroteo entre policías. El enfrentamiento terminó con un comisario de la Bonaerense muerto, un capitán detenido por extorsión, la DDI de Avellaneda-Lanús descabezada y ocho de sus integrantes bajo sospecha.
Dos de los agentes de la Federal que participaron del operativo terminaron heridos. El cabo 1° de la Federal Claudio De Carlo (38) lucha por su vida en el hospital Churruca y el sargento Sergio Arán (41) se repone de los disparos que recibió en sus piernas.
Todo comenzó el viernes pasado después de las 14. María llegó a la oficia de denuncias de la Fiscalía de Avellaneda-Lanús y contó que el día anterior, al atardecer, tres hombres en un auto oscuro la interceptaron, la esposaron y la metieron de prepo en la parte de atrás del coche. «También dijo que, si bien se movían y se hacían pasar por policías, no parecían: estaban de civil y no tenían armas», detallaron fuentes del caso.
Obviamente, los investigadores intentan por estas horas corroborar si el relato de la mujer y su marido es fiel reflejo de lo que sucedió: «Es algo que lleva tiempo, pero igual había que actuar rápido», señalaron fuentes del caso.
María narró ante la Justicia cómo la tuvieron en ese auto unos 50 minutos, que lloraba y que sólo pensaba en las consecuencias que tendría en su vida, en su matrimonio y en su esposo si esos hombres cumplían con la promesa: armarle una causa por comercialización de drogas. No estaban jugando: en la mano uno de ellos sostenía un sobre con un polvo blanco.
A María la llevaron hasta la puerta del edificio donde vive con su marido. El hombre salió a la calle angustiado no bien recibió el llamado. Vio a su mujer en el asiento de atrás del coche, esposada, llorando y descompuesta. Él llevaba los 30 mil pesos que había juntado para dárselos a los secuestradores. Como garantía de que iban a cumplir con el dinero que faltaba para completar el pedido de 200 mil pesos, los hombres le sacaron una foto al DNI de la mujer y se llevaron el papel de migraciones del dominicano.
Luego, prometieron contactarse por mensaje. Y así lo hicieron. Cuando fue a hacer la denuncia, María llevó captura de todos los chats. Le pedían que entregara los 170 mil pesos en la estación de servicio que está en el Acceso Sudeste y Madariaga, a metros del Parque Shopping Avellaneda.
“Querían que su marido les diera el dinero en el baño del minimercado de la Shell, pero terminaron cerrando que sería ella quién les pagaría”, describieron.
Luego de haberse asesorado con una persona de su confianza que le indicó que debía hacer la denuncia, María se presentó ante la UFI N° 4, encargada de drogas y violencia institucional, a cargo de la fiscal Soledad Garibaldi.
María dijo que los hombres que la habían secuestrado se movían como policías, aunque explicó que para ella no lo eran. Por las dudas, desde la UFI N° 4, y tras el aval de la Justicia de Garantías, decidieron hacer un pago controlado con los agentes de Drogas de la Federal con los que ya habían trabajado en otras causas que involucraban a policías y estupefacientes.
“No tenían la certeza de que estos hombres fueran policías. Recién lo supieron cuando ya los habían detenido y cuando identificaron al muerto”, indicaron fuentes de la investigación sobre por qué no dieron aviso a la división de Asuntos Internos de la Bonaerense ni a la conducción de esa Fuerza antes de hacer el operativo.
La estación de servicio se llenó de agentes encubiertos de la Federal y María llevó el dinero marcado. Todo estaba siendo filmado. Según voceros del caso, en las imágenes «se ve con nitidez cómo el capitán del gabinete de Drogas de la DDI Avellaneda-Lanús, Eduardo Franicevich, recibe el pago».
En ese momento, De Carlo y Arán aparecieron en escena y dieron la voz de alto. “Franicevich no opuso resistencia y se tiró al piso”, explicaron.
Sin embargo, el jefe de Franicevich y del gabinete de Drogas de la DDI Avellaneda-Lanús, comisario Hernán David Martin, decidió escapar a bordo de un Toyota Etios blanco. En la huida quiso atropellar a De Carlo y Arán, y comenzó a disparar. Los agentes también tiraron y lo corrieron.
Tras una maniobra en una curva, el coche quedó detenido. Hasta allí llegaron los policías de la Federal. El enfrentamiento fue feroz y las imágenes de las cámaras de seguridad de la zona son clarísimas. Se levantaron 22 vainas servidas.
El cuerpo con cuatro tiros de Martin quedó tendido en el asfalto, junto al coche. De Carlo recibió balazos en el abdomen, la mandíbula y las extremidades y, tras ser atendido de urgencia en el hospital Fiorito, fue derivado en helicóptero al hospital Churruca: está en coma en la unidad de terapia intensiva y su estado es crítico.
Arán, baleado en una de sus piernas, intentó regresar a la estación de servicio por apoyo. A unos metros se encontró con otro de sus compañeros y juntos volvieron hasta el auto de Martin, donde había quedado herido De Carlo. También está internado en el hospital Churruca, donde se repone de las heridas y está consciente.
“La escena del crimen enseguida se llenó de policías de la Bonaerense y estaban los de la Federal de civil. Cuando la fiscal llegó al lugar, los sacó a todos y pidió la intervención de Gendarmería y el médico de la Policía de la Ciudad fue quien constató la muerte de Martin”, subrayaron las fuentes consultadas.
Mientras tanto, María seguía en el minibar de la Shell. Identificó a Franicevich y Martin -que luego se supo que era investigado por inconsistencias en su declaración jurada- como dos de los hombres que la habían extorsionado el día anterior. También le pareció conocida la cara de uno de los dos policías del gabinete Antisecuestros de la DDI Avellaneda-Lanús, subcomisario Luis Otero, y el oficial subayudante Silvio Vergara, que llegaron al lugar 20 minutos después y quisieron irse cuando vieron lo que había sucedido. No los dejaron.
Ante la sospecha que sembró la mujer sobre uno de los dos, la fiscalía decidió que fueran detenidos junto a Franicevich. Tras indagarlos y chequear sus coartada, Vergara y Otero fueron liberados. Al capitán que sigue preso y se negó a declarar lo acusan de “privación ilegal de la libertad y extorsión”.
Asuntos Internos de la Bonaerense descabezó la DDI de Avellaneda-Lanús y desafectó al jefe, comisario mayor José Hernández, a Franicevich, a Vergara, a Otero y a cinco policías más (tres del gabinete de Drogas y dos de Antisecuestros).
La víctima contó que los agentes denunciados la secuestraron y se quedaron con los documentos de su marido para garantizarse el cobro de la coima.
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Los trabajos se realizaron en las escuelas primarias 58, 66, 32, y la secundaria 23, ubicadas en Villa Corina y Villa Domínico.
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