Quería aprobación para ampliar su supermercado. La funcionaria lo denunció.
Un comerciante chino intentó sobornar a la intendenta de Baradero con 100.000 pesos para que le aprobaran la ampliación de su supermercado, según reportaron fuentes policiales y confirmó la propia jefa comunal a Clarín.
¿Cómo? Le llevó de regalo una pava eléctrica y puso el dinero en la caja. Pero Fernanda Carolina Antonijevic (Cambiemos) se negó a recibir el presente, aún sin saber lo que había dentro. El empresario insistió.
«Nos entendíamos como podíamos, pero en ningún momento me sugirió que le firme lo que me estaba pidiendo a cambio de la caja. Sólo cuando se estaba yendo, me dijo como pudo: ‘Mujer, para vos, probá pava china’. Me negué pero insistió con un ‘por favor, probá pava china’«, le contó Antonijevic a Clarín.
Y entonces, el comerciante abandonó el despacho dejando la caja con la imagen de una pava eléctrica rosa sobre el despacho de la intendenta. La jefa comunal abrió el paquete: descubrió los $100 mil y lo denunció.
«Cuando abro la caja, veo los fajos, que eran diez… No lo podía creer. Estaba mi asiste y le dije: ‘Corré al chino’. Pero el hombre ya se había ido y ahí llamé a la Policía», relató la intendenta.
«Ya había venido varias veces por lo mismo. El quiere una excepción a una ordenanza municipal que yo no le puedo otorgar«, contó la jefa comunal y agregó que el hombre pretende construir sobre todo el terreno de su propiedad y eso no se puede. «Le pedí que venga su arquitecto y hable con nuestra gente para que lo vean luego en el Concejo Deliberante», siguió Antonijevic.
El fiscal Hernán Granda, a cargo de la UFI N° 8 descentralizada de Baradero, ordenó a efectivos de la Policía Comunal local que dieran con el empresario y lo imputó por tentativa de cohecho, infracción al artículo 258 del Código Penal: «Será reprimido con prisión de 1 a 6 años quien directa o indirectamente diere u ofreciere dádivas».
«No creo que haya sido un regalo por el Día de la Mujer pero tampoco puedo probar la intencionalidad del soborno», explicó sus sensaciones Antonijevic, quien aún no sale del asombro: «Han pasado cosas insólitas, como que un empleado entre en el medio de una reunión con una yarará de dos metros, pero nunca un cuento chico como éste».