Los resultados de las elecciones legislativas le brindaron al Gobierno un apoyo político que se traducirá en bancas en el Congreso, algo que será clave para negociar las futuras leyes que consideran fundamentales de cara al 2019.
En la Cámara de Diputados, Cambiemos seguirá siendo primera minoría pero aumentará en gran escala su representatividad, llegando a los 107 legisladores propios (tenía 86, renovaba 40 y ganó 61) y sumando dos más contando a Martín Lousteau y Carla Carrizo, que entraron por ECO, y anticiparon que, si bien apoyarán al oficialismo, mantendrán su bloque propio. También será una aliada permanente la tucumana Teresita Villavicencio, por lo que serán 110. Con este número, el Gobierno podrá depender menos de otras bancadas en comparación a los dos años que pasaron, aunque no le alcanzará para prescindir del poder de negociación.
El Frente para la Victoria empeoró su performance con respecto a las PASO y por eso deberá resignar diputados. Actualmente son 71, ponían en juego 31 y consiguieron 26, por lo que ahora serán 66. Y esto será en los papeles, porque en la práctica habrá que ver cuántos legisladores rompen con el bloque para sumarse al peronismo no K que impulsan los gobernadores, Miguel Ángel Pichetto desde el Senado y un grupo de diputados en la Cámara baja. Serán al menos 5 o 6 y algunos son optimistas y piensan en potenciales 10 o 12.
Justamente este bloque de peronismo no K salió muy beneficiado. Sumando al bloque Justicialista (17), al Frente Cívico por Santiago (6), al Peronismo para la Victoria (5), a Juntos por Argentina (4), a Compromiso Federal (3) y al Frente de la Concordia Misionero (3) suman 38 diputados y ponían en juego 18. Se hicieron con 27 escaños y formarían un interbloque de 47 diputados. Pero el objetivo es sumar a los massistas, que fueron de los más perjudicados: tenía 37, renovaba 20 y perdió 16, quedando con 21. Todos juntos serían 68 -rozando los 75 contando a los kirchneristas que emigren-, un gran número que les permitiría ser segunda minoría y ganar el poder de negociación.
Este armado lejos de Cristina Kirchner, trabajando en espejo con el Senado, en donde estará la ex presidente, será el puntapié que el peronismo utilizará para impulsar su renovación y le servirá al Gobierno para consensuar con los gobernadores los proyectos más importantes que aprobará durante lo que resta del año parlamentario y en sesiones extraordinarias.
Gran elección de Cambiemos, que apostará a la división que Cristina Kirchner generará dentro del PJ-FpV que comanda Miguel Ángel Pichetto para intentar ser primera minoría o, al menos, asegurarse que ninguna bancada maneje el recinto.
Habiendo ganado en las provincias de Buenos Aires, Santa Cruz, La Rioja y Jujuy, y con un segundo lugar en San Luis, San Juan, Formosa y Misiones, el oficialismo obtuvo 12 senadores y totalizará 25 a partir del 10 diciembre. Esto es porque actualmente tiene 17 y renovaba tan solo 4.
Por su parte, el Frente para la Victoria, que hoy tiene 36 y ponía en juego 15, solo obtuvo 4 y también quedará con 25. Pero dentro de esta bancada de 25 está incluido Miguel Ángel Pichetto, el presidente, que ya advirtió que no compartirá espacio con Cristina Kirchner. Es decir que el FpV se dividiría entre PJ y Unidad Ciudadana, dejando a Cambiemos con la mayor cantidad de integrantes. Sin embargo, esta escisión que encabeza Pichetto se unirá al peronismo no K que trabajará en la Cámara alta en tándem con Diputados para pelearle a Cambiemos el poder.
25-23-10 es la ecuación que más le cierra a Cambiemos ya que así serían primera minoría, algo impensado cuando comenzó el año electoral. Sin embargo, deberán trabajar intensamente puertas adentro para contener al peronismo y, sobre todo, a Cristina Kirchner, que volverá a la escena política y utilizará el recinto como tribuna para esgrimir sus críticas.