La primera ministra del Reino Unido, Theresa May, anunció este miércoles la expulsión de 23 diplomáticos rusos y la suspensión de contactos bilaterales con Moscú, entre los que se incluye una visita del canciller ruso.
La decisión se tomó en respuesta al atentado en suelo inglés contra el ex espía ruso Sergei Skripal, y su hija, sucedido días atrás, que los británicos atribuyen a órdenes del líder de Rusia, Vladimir Putin.
Sin embargo, la represalia no se hizo esperar: Alexander Yakovenko, embajador ruso ante Reino Unido, confirmó que los diplomáticos británicos serán expulsados de Moscú.
En una entrevista con el medio Sky News el dirigente agregó que “habrá expulsiones, dado que en la práctica diplomática siempre hay reciprocidad” por lo que “habrá respuestas desde Rusia”.
«El 14 de marzo al embajador ruso Alexander Yakovenko se le informó que 23 diplomáticos fueron declarados personas no gratas. Consideramos esto como una acción hostil y totalmente inaceptable e injustificada», afirmó Yakovenko, según el diario británico The Guardian.
Desde la cuenta oficial de Twitter la embajada Rusa en Londres, este miércoles utilizaron el humor para referirse a lo sucedido y escribieron: “La temperatura entre Rusia e Inglaterra cayó a -23º, pero no le tememos al clima frío”, con una imagen alusiva a la tensión con la que lidian ambos países.
Tal es así que a la decisión de la dirigente británica, la denominan desde algunos medios locales como “la expulsión más grande desde la Guerra Fría”.
Cabe consignar que el conflicto entre ambos países surgió a partir de que el excoronel del ejército ruso Sergei Skripal, de 66 años, fue encontrado inconsciente en un centro comercial junto a su hija Yulia.
El antiguo agente secreto ruso había sido condenado a prisión por el Kremlin por entregar a los servicios secretos británicos (MI6) información confidencial sobre agentes rusos encubiertos en Europa.
“Rusia «es culpable» del atentado con un arma química” manifestó May en el Parlamento, tras cumplirse el ultimátum que Londres había dado a Moscú para explicarse sobre el ataque al ex espía, quien después de llegar a Gran Bretaña llevó una vida de anonimato en la localidad inglesa de Salisbury, luego de ser indultado por las autoridades rusas por sus décadas de contraespionaje.
Por su parte, los 29 países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) intimaron a Rusia a «responder» a las demandas de Reino Unido sobre el intento de asesinato del exespía ruso en suelo británico, considerándolo como una «violación flagrante» del derecho internacional sobre armas químicas.